
Autor: Adrián Moriconi
Los hombres en mi vida siempre han sido un gran problema. Tal vez nunca supe elegir. No tenes muchas opciones. Tenes a los ratones, que son aquellos que ni siquiera te llevan a comer un pancho a un carrito, pero te hablan de un futuro sorprendente y no sé cuántos blablás más, o tenes a aquellos, los caretas que te invitan a un lugar re concheto y no entendes un pedo los menús de la carta y te hablan de pavadas que a los dos minutos te queres tomar las de Villadiego. Pero cuando hablas de algo más serio, tanto los ratones como los caretas, toman los pocos bártulos que tienen y se te piran a la mierda. Nunca un punto intermedio, es difícil encontrar el amor… sin ese punto intermedio. No quiero que me mantenga, no quiero que sea aburrido, quiero que sea generoso y no sea demasiado pesado.
Porque en los temas del amor para mí es blanco o es negro, si queres garchar querido, te tenes que casar, si queres que te deje tocar el tesorito, me tenes que demostrar amor, si no me llamas es porque no te intereso, si no me presentas a tus padres es porque me queres tomar para la chacota.
Porque sabe una cosa Doctor, yo creo que las redes sociales cambiaron los modos de relacionarnos… Mucho Badoo, mucho Istrangran, mucho WhatsApp, mucho sexo… pero nada serio. A mí me criaron así: Siete años de novia, virgen hasta el matrimonio, casamiento, hijos, sexo una vez al mes con el mismo hombre y amor eterno hasta que la muerte nos separe. Si, así me criaron y me lo grabaron a fuego en la piel: “Nena, tenes que ser reservada, nada de hablar de esas cosas de la sexualidad y al tesorito, tu tesorito, no se lo podes mostrar a cualquiera, tenes que cuidarlo hasta el día de tu casorio.”
Te crían con la maldita culpa… y un día te das cuenta que el miedo te paralizo… que no te animaste a pintarte el pelo del color que querías… que no querías estar trabajando de secretaría cuarenta y ocho horas por día, porque si no trabajas en un laburo serio no sos nadie, si no estudias de abogada no te insertaras en la sociedad, y todo lo que haces, lo haces para cumplir con el maldito mandato familiar…
Muchas veces imaginé tener al frente a mi jefe y decirle: “Metete el trabajo en el medio del upite, que te crees que soy tu esclava la pucha que te tiro las patas… si con el sueldo de morondanga que me pagas no me alcanza ni para comprarme un par de alpargatas “capitalista explotador”…. retírate al país de los hijosdebudas y no vuelvas a dirigirme la palabra si no es para felicitarme y agradecerme y aumentarme el sueldo bajito que me das, entendiste, hijo de remil buda?” Pero eso solo queda en tu cabeza, no te animas, no te animas ni siquiera a insultar, porque te criaron educadita y pulcra, lo pensas y no te animas, así que agachas la cabeza y aceptas cualquier cosa; que te maltraten, que te ninguneen… A veces, creo hay que animarse al cambio.
Creo que la vida es otra cosa… debe existir otra manera de ver la vida, no todo es blanco, ni todo es negro.
Pienso que debe existir la manera de romper con mi estructura mental… con mis prejuicios, animarme al cambio… Doctor me falta el gris en mi vida… todo para mí es blanco o negro, y muchas veces pienso que no solo me falta el gris, me faltan todos los colores… tengo ganas de tirar todo al carajo y ver el mundo con otros ojos, largar a la loma del cachilo mi trabajo y viajar en bicicleta hasta el sur… tirar el paño en la avenida San Martín y andar libre por la vida, irme a San Marcos Sierra y probar suerte… tal vez usted me ayude… me ayude a desandar este camino que es mi vida….

Adrián Moriconi
San Lorenzo, Santa Fe, Argentina. Profesor de teatro, dramaturgista, actor y director teatral. Es director del grupo teatral El Experimento. Ha escrito teatro y participado en diferentes obras como actor con el grupo Vivencias y el grupo Rosario Imagina. Da clases en el Instituto de Formación Docente.
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