
Por Laura Marcos
Desde el poder de lo seductor y persuasivo de lo femenino, Mucho Lote, la Diva, nos hace entender y soportar la confusión socio-política en la que subsistimos. Esta obra escrita y actuada por Mario Suárez y dirigida por Jorge Parra, es mucho más que el dato, es la prosa cómica, irónica y demostrativa, que desde el principio convertirá el caos en una fiesta.
Los creadores, dos gestores culturales que están en todas. Jorge, con más de treinta años de trayectoria principalmente como coreógrafo y director escénico, gestor del Festival Internacional de Artes Escénicas, el vigesimocuarto en Guayaquil, en el que se presenta este unipersonal, Mucho Lote. Mario también como productor, guionista, actor, y para ambos artistas muchos etc., por lo cual puedo decir tengo el gusto de conocerlos.
La aparentemente poco intelectual participante de un concurso de belleza, siguiendo el camino de sus aptitudes, ya consiguió adueñarse de un micrófono y tiene su propio programa de TV.
Con total desparpajo o irreverencia, Mucho Lote nos confirma cómo, hasta el más bruto, puede desenmascarar lo risible y elemental del ámbito en el que estamos.
Nosotros la pusimos ahí, una fémina que solo descolla por sus curvas, pero que, al final, con ellas logra llevarnos desde la mirada hasta el pensamiento.
Tampoco importa de quién son las curvas, sino lo que nos representan. En esta versión trans de lo erótico, la exageración de algo interesante de entender, la sensualidad, es lo que nos motiva, es una herramienta pedagógica.
A todo esto, cuando el público está explotando de la risa, aparece la alcaldesa de la ciudad. En el transcurso de la fantasía, Mucho Lote cambia de peluca, de ropa, de figura pública, pero el actor ya tiene al público en su bolsillo.
La seguridad del actor da consistencia al personaje, más allá de eso, la sensación de que todas las vivencias de esta Miss se vuelcan ansiosas al espectador, como a un confidente durante una apasionada confesión.
Se sacuden los senos de la diva, donde está su celular, cuando empieza a recibir llamadas. Cada interrupción suena desde la boca, que imita un aviso electrónico, resultando gracioso por la gestualidad y por el sonido digamos orgánico. Y el actor nos lo pone tan natural, que ya estamos curiosos por saber quién llama.
Las llamadas son para solicitar canciones, es el momento musical del Teatro de Revista. La elección de temas clásicos y populares, dan en la tecla, para ridiculizar la realidad de la sociedad y la política. Es ahí donde conocemos otra cualidad de la capacidad actoral de Mario Suárez, en tonos, estilos, y, en un sentido sin límites, en géneros de cantantes.
El público eufórico ya es parte del espectáculo, cantando y bailando, los asistentes son actores que se suman ampliando el espacio escénico de la obra.
Si definir teatro es abrirse a muchas situaciones, aquí es cuando la performance encuentra su punto más catártico, o mejor dicho, el éxtasis de la catarsis. Un menudo escenario caliente de rojo, brillos y pelucas, se hace una sola sustancia con la concurrencia, que cimbra con el canto, la música, los gritos. Las sillas perdieron su lugar y compostura, el canto del público se convierte en alarido.
Y los espectadores no estamos satisfechos del todo, porque queremos seguir y coreamos otras. Al supuesto final de la obra, Mucho Lote no se puede ir, tiene que seguir cantando, buscando temas en la computadora, porque si el teatro es hermoso, cuando el arte y la amistad se hacen uno, entonces es una experiencia imprescindible.

Laura Marcos
Argentina residente en Ecuador. Artista plástica, dibujante, animalista y aficionada al teatro. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Rosario, especializada en Crítica. Facebook: Laura Turmalina / @espiritupurpura
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